Cerveza: ¿Asunto de interés público?

Jesús Villegas Gastélum
Corte de Caja

Ni muy rápido ni muy lento, con ritmo, con paciencia, así nos enseñan los expertos que debe servirse correctamente una cerveza, esta bebida ancestral que desde la mítica Mesopotamia de hace más de 6,000 años llegó para conquistar el gusto de tirios y troyanos, mujeres y hombres, pobres y ricos, norteños y sureños, chairos y fifís.

Desde el primer barril comercializado por los egipcios al día de hoy la industria cervecera ha llegado a una valuación de más de $600,000 MDD a nivel global, siendo nuestro país desde hace años un jugador clave en exportación y disputando con Brasil el top 3 en la producción mundial. 

Al día de hoy se considera que la cadena de valor de la industria cervecera mexicana impacta en 900,000 empleos directos e indirectos y que está vinculada con otros 2 millones de empleos en la industria de alimentos y bebidas, bares y restaurantes, centros de esparcimiento, entre otros, con lo cual contribuye de manera global con más de 1% del PIB total del país. 

En cuanto a consumo según datos de la industria en 2019 los mexicanos consumimos casi 70 litros de cerveza per cápita y gastamos casi $3,300 pesos anuales, ante ello su alto impacto en la economía de muchas familias, incluso formando parte de la denominada canasta básica ampliada de los hogares mexicanos, la cual es tomada como referencia para múltiples mediciones económicas.

De ese tamaño es la importancia de la cerveza en nuestra economía nacional y familiar, y con ello se explica el porqué en medio de una crisis sanitaria y económica sin precedentes como la provocada por la pandemia del Covid-19, el tema del encarecimiento y escasez de la cerveza también se ha vuelto un tema importante para gran parte de la sociedad.

Ya sea para maridarse con diversos alimentos, darse un gusto después de una ardua jornada laboral o simplemente para compartir una buena plática o momento, la cerveza forma parte de la vida diaria de millones de familias en el mundo, y si bien México no se encuentra entre los principales países consumidores a nivel global, si ocupa una parte importante entre las bebidas consumidas recurrentemente en el hogar, con especial énfasis en las zonas más calurosas de nuestro país, donde consumir una “chela” o “cheve” bien helada (o hasta caliente dirían los más vagos) es parte de los usos y costumbres más arraigados de muchas regiones del país.

La actual escasez de cerveza ha encendido el debate sobre si dicho tema debiera considerarse un asunto de genuino interés público dada su amplia interrelación con múltiples aspectos de la sociedad en su conjunto, impactando en el ámbito económico, social, de salud y hasta de seguridad pública del procomún o de la mayoría de la sociedad, independientemente de si beban cerveza o no. El tema es complejo y tiene muchas ramificaciones, y ante ello los diferentes niveles de gobierno deberían enfocar el tema con una perspectiva integral.

No obstante lo anterior, el comportamiento de las autoridades públicas ante el tema, parece sacado de un manual del siglo pasado, donde un avejentado y arcaico “Papá Gobierno” les obliga a sus “hijitos” a seguir una serie de reglas ya carentes de todo sentido común en plena época de “aguajes” Uber con servicio a domicilio las 24 horas.

La medida de prohibir labores en empresas consideradas no esenciales, como se consideró la industria cervecera, tiene mucho sentido desde la óptica de prevenir el contagio del Covid-19 en sus miles de trabajadores, pero languidece dicha lógica cuando por otro lado grandes empresas que producen bebidas de cola, frituras, bebidas y alimentos chatarra, obviamente no esenciales, si pueden continuar produciendo. ¿Hace menos daño o es más esencial una bebida de cola o una cerveza?

La serie de medidas adoptadas en consecuencia por la autoridades han sido, por decir lo menos, cuestionables. ¿Cuál es el sentido de prohibir que los expendios de cerveza puedan vender lo que ya tenían en inventario? 

¿No debieran ser los expendios el canal exclusivo y más lógico de venta de cerveza y con ello evitar aglomeraciones en tiendas de conveniencia y en cadenas de supermercados entre personas que solo buscan cerveza con aquellas que buscan alimentos o artículos de primera necesidad? 

¿Las medidas hasta hoy adoptadas por las autoridades realmente han ayudado a que no exista acaparamiento y abusos de precios?

¿Qué papel debería jugar la Dirección General de Bebidas Alcohólicas del Gobierno del Estado de Sonora y cómo debería coadyuvar con las autoridades municipales en la búsqueda de soluciones de fondo a esta problemática? 

Aunque obviamente requieren reforzarse las estrategias de concientización sobre la importancia de prevenir el consumo excesivo y por menores de edad, así como erradicar su condenable relación con conductas violentas, accidentes por conducción punible, etc, etc, no debiera satanizarse per se el consumo libre, responsable y moderado de cerveza.

Ante lo anterior la mesa está servida, y las cervezas listas, para que los diversos actores involucrados puedan valorar si la cerveza es un tema de interés público, y si el estado debiera, desde una perspectiva integral, considerar cambios al actual marco legal, que como consecuencia eventualmente permitieran que cualquier adulto tenga el derecho de adquirir cerveza libremente y sin restricciones a pesar de pandemias tan lamentables como la que estamos padeciendo.

En tiempos sedientos de buenas noticias conviene recordar lo dicho por Benjamín Franklin: “La cerveza es la prueba de que Dios nos ama y quiere que seamos felices”.

Fecha publicación: 05/05/20