Nuevo Ombudsman

Por: Marco Antonio Andrade Aguirre

andrade.aguirre@hotmail.com

En 1986 el entonces rector de la Universidad Nacional Autónoma de México Jorge Carpizo elaboró un diagnóstico denominado “Fortalezas y debilidades de la UNAM”, el cual reveló la compleja realidad financiera, laboral y académica de la institución.

El propósito fue conocer y transparentar, como un ejercicio de autoevaluación y autocrítica, los resultados cualitativos de los planes de estudio y los programas de investigación comparándolos con la inversión presupuestal aplicada en los últimos años.

Dicho estudio tuvo el objetivo de corregir el funcionamiento integral de la universidad con la finalidad de recuperar el prestigio del alma mater nacional.

El diagnóstico abrió una cloaca. Con números y datos irrefutables puso al descubierto la crítica situación de la que todos hablaban y reconocían como cierta, pero que nadie hacía nada para resolverla.

Tomar decisiones políticas oportunas, asumiendo costos públicos, nunca ha sido fácil.

Funcionarios, académicos y empleados vivían en el confort del dejar hacer, dejar pasar.

Sin embargo, uno de los focos rojos de dicha evaluación puso en evidencia la existencia de un grupo que controlaba, para su beneficio económico e interés político, los recursos financieros y los principales cargos directivos.

Ineficacia, opacidad y corrupción quedaron expuestas ante la opinión pública.

No obstante, con esta determinación de audacia y congruencia con las incipientes prácticas de transparencia y rendición de cuentas, incluyendo la convicción de crear un precedente contra la corrupción en cualquiera de sus expresiones, inició la estabilidad, el desarrollo y el actual prestigio institucional de la UNAM.

Actualmente en Sonora se requiere un diagnóstico similar para conocer la realidad concreta y objetiva en que se encuentra la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH).

Sin ánimos ni intenciones justicieras es indispensable cerrar un ciclo e iniciar una nueva etapa de reconstrucción y refundación de la CEDH a partir de afrontar precisamente las fortalezas y debilidades del organismo.

Sin desconocer que es hora de un corte de caja serio y profesional con fines correctivos, sin prejuzgar ni condenar anticipadamente a nadie.

Deben respetarse los derechos de los salientes y acatarse las decisiones de los entrantes.

Aunque en realidad la agenda de trabajos y los desafíos inmediatos del nuevo ombudsman son tantos y tan iguales como los recibidos el 2015 por la actual gobernadora del estado.

Como sociedad civil hemos escuchado informes saturados de fábulas y parábolas que, contrastadas con las columnas políticas, notas y reportajes periodísticos, incluyendo un rosario de testimonios de víctimas o narrativas de personas ofendidos por errores y omisiones del organismo, lejos de convencer producen más dudas y suspicacias por el desempeño y la veracidad de las recomendaciones y acuerdos publicados.

En ese sentido, la legitimación de origen en el nombramiento del nuevo Ombudsman recibida por unanimidad del Congreso es importante invertirla en un programa organizacional que privilegie la conciliación laboral y la integración del Consejo Consultivo.

El funcionamiento colegiado de la CEDH es asignatura e imperativo impostergables.

Por igual también es necesario aceptar la inocultable realidad marginal en que se encuentra la CEDH.

El distanciamiento o la negación para vincularse con la sociedad obligan al nuevo presidente a tender puentes de apertura con las organizaciones civiles, particularmente con las mujeres defensoras de asuntos de género y contra la violencia intrafamiliar, aunque varios sectores ameritan atenciones permanentes.

Finalmente, vale la pena pensar, dicho de manera sugerente, que para el reposicionamiento social de la CEDH es de vital importancia configurar una agenda temática de la defensa y promoción de los derechos humanos consensuada con todos y todas, sin distinción ni preferencias.

Suponemos que, dado el perfil y las características del nuevo presidente, estaremos viendo una CEDH madura, proactiva, abierta, eficaz e incluyente.

Consideramos es el momento de abrir las puertas y ventanas para oxigenar la CEDH, sin olvidarse de exorcizar la silla y la oficina completa de la presidencia.

Salud