Nueva paternidad

notas Padre-SolteroSylvia Teresa Manríquez

“Hay algo que sí me molesta, que piensan que por ser hombre no puedo criar bien a mi hijo, siempre me estaban diciendo: que vas a saber tu de vacunas  y de berrinches. Hay mucho prejuicio hacia los padres solteros”.

Francisco tiene 45 años es viudo, ha criado solo a su hijo. Alimenta, cuida, lleva registro de vacunas y cuidados médicos, limpia la casa y lava la ropa, como cualquier persona adulta que vive en un hogar monoparental.

Dice que sí ha habido contratiempos, como cuando tuvo que hacer los disfraces para las actividades de la escuela, o aguantar las indirectas machistas de otros hombres que consideran que el cuidado de niñas y niños es tarea exclusiva de las mujeres.

Lo que más le causa conflicto es la licencia de cuidados maternales, porque la licencia por cuidados paternales no existe, dice. Son comunes las negativas para llevar al hijo a la consulta médica o asistir a una junta escolar.

Se habla poco de los padres solteros. Según el INEGI, en nuestro país existen casi 800 mil hombres que ejercen su paternidad solos, la mayoría de ellos pasan las mismas dificultades que los cinco millones de madres solteras que hay en México.

Francisco pide más políticas públicas efectivas, que le ayuden a enfrentar los problemas que social y laboralmente debe enfrentar por ser padre soltero, considera que ese sector de la población es invisible para quienes toman decisiones y diseñan programas de apoyo.

Me hizo recordar al Colectivo de Hombres por Relaciones Igualitarias, antes CORIAC, surgido en la Ciudad de México. Un grupo de hombres que fueron más allá de la reflexión, proponiendo el cambio individual y colectivo de los varones hacia relaciones equitativas, responsables y libres de violencia.

Y es que la manera de educar a hijas e hijos ha cambiado, ya no es la misma de 1950, cuando se comenzó a celebrar el Día del Padre en México;  convirtiéndose después en una fiesta de consumo patrocinada por las grandes cadenas comerciales.

En el documento “Paternidad equitativa: una nueva propuesta para hombres que desean mejores relaciones con sus hijos e hijas” del colectivo antes mencionado, se hace una relatoría de la evolución de la paternidad en México.

En el porfiriato los hogares se caracterizaban por una rígida moral, en la que las esposas y los hijos e hijas debían afecto y obediencia a los padres.

En la revolución la ausencia del padre y el desarraigo era comunes. En este periodo gracias a las demandas de las mujeres se decretaron la ley del divorcio, la ley de matrimonios y la ley de relaciones familiares.

Cuando las mujeres empezaron a votar el modelo del padre como proveedor, jefe que controla y toma las decisiones siguió imperando.

En los cuarenta el cine de oro mexicano difundió ciertos modelos de ser hombres y padres; el papel tradicional no cambió y puede decirse se volvió más rígido y conservador.

En los cincuenta hubo una brecha generacional y se empezó a criticar y confrontar duramente el modelo tradicional de ser padre. 

Durante los sesenta hubo grandes cambios socioculturales, los jóvenes siguieron confrontando el modelo tradicional de paternidad que en algunos casos de flexibilizó y en  otros se endureció.

Los setentas se caracteriza por el protagonismo de la mujer en la educación y el trabajo, muchas se hicieron cargo de la manutención de sus hogares. Estaba surgiendo el movimiento feminista y la lucha por la igualdad.

Hubo factores que afectaron drásticamente las conductas machistas y patriarcales, como poder regular la fecundidad y las campañas de planificación familiar y educación sexual, así como las primeras denuncias sobre violencia intrafamiliar. Sin embargo, prevalecía la desconfianza y el desconcierto de los hombres ante estos cambios.

En los noventa, los papás tuvieron el reto de disminuir el índice de maltrato infantil, la violencia doméstica y el abandono del hogar. Se hizo importante lograr mayor participación de los hombres en las tareas domésticas y en la crianza de hijas e hijos.

En este siglo se consolida una nueva forma de ser padre afrontando los retos de lo que puede ser la paternidad. Mayor equidad, corresponsabilidad y ternura hacia su pareja, hijos e hijas. Mayor cercanía, amor, comunicación, respeto y principalmente, conciencia de su paternidad.